“No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová” (Lev. 19:18).
En su misericordia, Dios siempre ha tenido personas con quienes ha mantenido una relación especial. En las historias de Enoc, Noé, Abraham, Isaac y Jacob, entre otros, vemos que Dios anhelaba reconstruir la relación dañada con los seres humanos. Pero no era solo para beneficio de estas pocas personas, sino que también era parte de un plan más amplio para restaurar esa relación y compartir la bendición con los demás.
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